7/8/17

Taghazout


Este invierno nos escapamos a practicar surf a la costa de Marruecos, la verdad que me sorprendió el parecido que tiene con Canarias, es como si estuviéramos en algún pueblecito costero de la isla, realmente me transporto a cuando vivía allí.

Llegamos sobre el medio día al aeropuerto de Marrakech muy entusiasmados y felices para coger el autobús que nos llevaría hasta la estación central en Marrakesh y desde ahí coger otro autobús hasta Agadir y allí coger un taxi hasta Taghazout, todo hasta ahora parece bastante sencillo, y más lo parecía cuando decidimos hacer esta ruta.

Varias cabezadas, alguna bolsa de patatas fritas y tres botellas de agua mineral después, habiendo pasado la friolera cifra de cuatro horas dentro de ese autobús con olores totalmente indescriptibles, habíamos llegado a la estación de Agadir, para regatear con el taxista cuanto nos cobraría por llevarnos a nuestro Surf camp. ¡Dios! en Marruecos se regatea hasta con el de la farmacia por un par de aspirinas.

Vale, después de algunos minutos de gritar cifras en francés, llegamos a un precio justo. Una madre y una hija perdidas se sumaron a nuestro emocionante viaje, eran Francesas al igual que mi novio por lo que mientras ellos hablaban en francés yo me pasé todo el viaje en taxi mirando el flamante atardecer que los cielos nos estaban regalando, también iba soñando despierta con la cena que nos íbamos a pegar nada mas llegar. y digo cena porque cuando llegamos a Taghazout ya era de noche, yo estaba desvanecida, hambrienta y con un dolor de cuello Terrorífico ya que me había pasado todo el camino en autobús durmiendo sobre el hombro de Sulli.

Una vez allí el chico del apartamento nos vino a buscar para entregarnos las llaves y darnos la bienvenida, un encanto por cierto. El apartamento maravilloso, con unas vistas a la playa increíbles. había una terraza compartida en la ultima planta donde todo la gente se reunía para ver las estrellas y disfrutar de algunos momentos en compañía bebiendo alguna que otra cerveza, nos encantó el lugar y allí acabamos todas las noches disfrutando del un cielo negro plagado de estrellas.
Esa misma noche cenamos tajin en el típico bar de la esquina donde nos obligo a ir un hombre que conocimos en el Surf camp que esa misma noche se convertiría en nuestro mejor amigo de Taghazout.
Playa, surf, Paradise Balley, mercadillos, varias intoxicaciones y mil anécdota más que podría contar..

Estas vacaciones fueron un mes antes de comprar el nuevo objetivo por lo que no tengo muy buenas fotos.







No hay comentarios: